domingo, 20 de octubre de 2013

No, no es el celibato...

Por: Danitza Rojas Genao
Los recientes sucesos ocurridos con altas instancias de la iglesia católica específicamente en República Dominicana son realmente indignantes y llevan a estallar de ira e impotencia ante una sociedad y justicia que al parecer necesitan “demasiadas” evidencias para detener y dar un claro mensaje a quienes viven y se lucran de esos actos asquerosos.
Muchos desean justificar estos atroces hechos de pedofilia, acoso y violación a los votos monásticos, votos religiosos o votos canónicos que hacen los sacerdotes Atravez de los cuales buscan acceder desde una vía espiritual a la salvación a través de la renuncia de placeres terrenales. Los votos son tres: pobreza, obediencia y castidad. Sin embargo es injusto creer que porque un hombre haga un voto público de celibato, se vea en la situación de practicar relaciones sexuales con menores en algunos casos homosexuales, es mas digno pensar que estos que se dedican a esta terrible práctica no le temen a nada ni a la justicia de los hombres mucho menos a la de Dios y que realmente son depravados sexuales, que lejos de esconderse en la oscuridad se exponen al público, buscando con esto mayor acceso a los mas inocentes y vulnerables de nuestra sociedad.
 
Es triste realmente el caso que ocupa la mente y hasta la espiritualidad de los Dominicanos en los cuales se han desatado una serie de nudos que implican actos de seducción y abuso a menores, no es la castidad el problema, el problema es la enfermedad mental que tienen estos que bajo sus sotanas pretenden engañar a los que los consideran dioses en la tierra.
 
El lucro económico que deja el negocio de la pornografía junto al sadismo de algunos, son una mancuerna lacerante y destructiva sobre todo para los menores.
 
La fe en Dios no debe estar mediada por lo que haga un hombre, la fe como dice en la carta a los Hebreos "la Fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve", es momento de que los católicos Dominicanos se pongan de pies y exijan que el daño que muchos sacerdotes tanto dominicanos como de otros lares, les han hecho a nuestros niños sea penalizado, no es justo marcar la vida de un niño de una manera tan baja, es también momento de que los padres asuman su compromiso de crianza y vigilancia, un sacerdote es un representante de Dios en la tierra según los católicos, no es Dios.
 
En esta tierra ha habido y hay sacerdotes que han llevado sus votos con honra y orgullo, muchos de ellos han trabajado con las uñas para apoyar las comunidades y los sectores donde desempeñan su labor pastoral, no es juzgar a todos con la misma vara, es exigir que los que fallaron serán juzgados sin contemplaciones.

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