viernes, 17 de junio de 2022

Los menores en las escuelas; desafiando el sistema


Danitza Rojas Genao


 Las escuelas templos de respeto, sabiduría y convivencia, hoy son los escenarios en los que cada semana se desnuda la realidad social de un país en el que los menores de edad desafiando el sistema educativo dominicano se muestran como aprendices de todo lo negativo que tiene la post- modernidad, desafíos que ya extrapolaron las tradicionales fugas o discusiones entre estudiantes.

Armas blancas, cigarrillos electrónicos, tijeras, sustancias y todo tipo de objetos y conductas lascivas a la moral es lo que se muestra, hoy como lo hemos visto en todos los medios.

Muchos gastan tiempo ubicando en los docentes los principales culpables, les sancionan con el dedo acusador, con afirmaciones como: y para qué están los docentes?  Olvidando que las cámaras, los docentes y las normas de los centros resultan inválidos ante adolecentes conocedores de las más dañinas mañas para hacer lo que quieren y que desde su entorno van desarrollando estas prácticas.

Resulta desmoralizante trabajar con estos estudiantes que gritan palabras obscenas, muestran conductas indecorosas y se mofan de usar pantalones a las caderas en el caso de los varones, así como desafiando con cortes de cabello, uso de aretes y toda clase de indumentarias que rayan con las normas plasmadas por los centros.

Verles cómo se graban, comparten y tanguean sus hazañas en los centros, buscando ganar view y sentirse súper estrellas hacen pensar y nos hacemos la pregunta ¿qué es lo que se está formando en las escuelas dominicanas?

 

Las obscenidades que muestran hablan de chicos y chicas expuestos a la violencia, desobediencia y pornografía, es importante recordar que en todos estos estadios se muestran con sus uniformes, los mismos que el estado les otorga y que son pagados con los impuestos de quienes solventamos la economía del país, se les ve alegres y poco interesados en las consecuencias de sus actos, al verles tan distorsionados en sus actuaciones muchos se cuestionan y la familia de estos chicos? En su gran mayoría son hijos de los que salieron a buscar un mejor futuro trabajando en otros países o en zonas costeras, algunos asumidos por los abuelos, ya agotados  que cual criadores  de aves del coral les alimentan y una que otra vez les le hacen una tímida caricia.

Este desorden que se evidencia a nivel nacional no es solo responsabilidad de las familias, menos de quienes conforman el minerd: es el resultado de estamentos estatales ausentes o mal instrumentados en los que se carece de personal y recursos para sacar de cuajo estas inconductas que hoy son de menores en un centro educativo y en algunos años serán de adultos en fiscalías y cárceles.

Es momento de unirnos para juntos iniciar la revisión  del código del menor que data del 2003, uno previsto para menores de la generación z que tenían menos acceso a la tecnología y todas las cosas que conlleva, que ha sido olvidado y resulta poco práctico para las necesidades sociales actuales. El código es el único instrumento que puede dictar normas sobre qué hacer para reeducar esta sociedad que de forma libre a ahogado a estos chicos en letras lascivas, misóginas y que impulsan un acercarse a una sexualidad desinhibida, obscena e irresponsable.

 Los casos de las escuelas públicas no son exclusivos de estos centros, son un tema nacional un problema de todos, esos hoy menores descontrolados serán los habitantes de la sociedad mundial y si no se dictan pautas serias, serán los que dañarán a otros ciudadanos en unos años.

Un código del menor que imponga sanciones fuertes a los padres de menores embarazadas, menores en la vía publica en horario nocturno o en bares, uno adecuado a estos tiempos en los que portar un cigarrillo electrónico es un lujo y es una forma de demostrar libertad lamentablemente en vez de portar un libro.

No es que la sociedad cambió la única causa, el no tener como país un régimen de consecuencias real y con una aplicación posible es lo que nos está matando como sociedad y que nos brinda cada vez mas escenarios de menores traspasando límites.

 

viernes, 4 de marzo de 2022

La sororidad emigro de la vida de las mujeres

 


Por: Danitza Rojas Genao

Èsta, la sociedad del conocimiento que se nutre cual vampiro abriendo del talento, arrojo y ganas por sobresalir de las mujeres valiosas, trata con desdén a las féminas que intentan salir adelante, lo trágico es que el gran porciento de este daño sale de expresiones naturales de otras del mismo género que dicen: ¡wao te apuesto que consiguió ese cargo, porque se acostó con el jefe¡, caramba esas mosquitas muertas son las más peligrosas, se nota que está hecha, no entiendo porque siempre ella quiere brillar y ser la primera.

Que las críticas más duras y las expresiones más ásperas a las mujeres provengan de otras del mismo sexo, posiblemente es lo mas doloroso e inaudito, ya que muchas además del género, compartimos el dolor de no recibir las mismas oportunidades, además del respeto en lo laboral y la consideración social de la que disfrutan los hombres.

Indiscutible es la verdad, de que muchas han pasado por experiencias dolorosas de maltrato y exclusión en las que no se le han ofrecido las mismas oportunidades de educarse y salir adelante que a los hombres y por lo tanto no han podido desarrollarse de manera óptima, lo que les ha provocado cierto rezago y molestia, y lo que mas indigna es que ante ese dolor, se arremeta contra sus iguales.

Todavía hay muchos que no alcanzan a captar la magnitud de reto de ser mujeres en una sociedad compleja, la lucha de las mujeres es tan diversa que en este tiempo ha tenido que migrar de manera rauda  de los espacio donde habían masculinos y se ha situado en los lugares comunes de mujeres, ya que las nuevas antagonistas somos las del mismo sexo, compartimos peluquera, manicurista y hasta ginecóloga, nos encontramos en espacios comunes lo que hace que el daño pueda tener una magnitud mayor, los epicentros donde se forman las críticas más acérrimas contra mujeres son ahora las oficinas, tiendas e instituciones.

Que una mujer tenga que ganarse el espacio en un ambiente de hombres es totalmente comprensible, lo que resulta complejo y no hace sentido, es que nosotras tenemos que convertirnos en defensoras de nosotras mismas frente a otras de nuestro género, deberíamos ser las primeras en regalar likes, comprar boletas o inscribirnos en los cursos que otras mujeres organicen.

Pudiéramos ser nosotras las super heroínas de nosotras mismas las que le dijéramos a las niñas pequeñas deberías parecerte o mira que bien lo hace la profesional, la vecina, la amiga, tristemente las madres  enseñamos a las niñas a ser rivales, las maestras promovemos el antagonismo en las aulas y vivimos en la sociedad de la individualidad en la que se promueve que primero estás tú y que todo lo demás debe esperar, valen mas las horas en el gym o en la estética que los años en la universidad, hace mas sentido  una influencer que muestra carne que una mujer que forma su familia.

Hay una mujer que se emplea en hacerlo bien que se enfoca en poner su toque personal a lo que le corresponde y que trabaja  sus metas para poder dar los pasos que necesita dar, hay una mujer que sabe que necesita de las demás, que valora el rol masculino y que no pretende competir, hay una mujer que ha aprendido extender su alas sin la imperiosa necesidad de mutilar o cortar las alas de quién este en cerca, hay una mujer que ha utilizado sus sueños como la gran red sobre la cual se va a mover cuando sea necesario.

Empecemos a ser sororas y respetuosas de las demás, utilicemos la empatía para establecer relaciones con otras mujeres, hagamos conexión con mujeres que tengan ideas parecidas y mezclémonos con las que tienen ideas muy diferentes a todas les aprenderemos, ya que la otra no es mi enemiga o la competencia en la otra hay otra mujer que está haciendo lo que le gusta y lo que le hace feliz al igual que yo.

La sabiduría es el eslabón perdido de los padres actuales

  Por. Danitza Rojas Genao Amores que matan, dice el refranero popular y si creo que hay amores que dañan tanto a un niño,   como la daga de...