Se espera que los jóvenes alcancen su nivel de madurez, hacia los 18 años, que además posean una identidad lograda, y un autoconcepto bien estructurado, sin embargo, eso está lejos de la realidad, todavía, en esta edad, continúan ocurriendo cambios importantes en la vida de estos jóvenes, a nivel emocional, cognitivo y social.
Es por ello, que la toma de decisiones, es uno de los procesos más difíciles que los jóvenes enfrentan durante la transición hacia la adultez, la palabra transición, significa cambio, y por tanto, conlleva grandes retos y desafíos, que en cualquier etapa del ciclo vital, nos generaría un desequilibrio emocional ,y una carga mental enorme, ir a la universidad y formarse profesionalmente, insertarse en el ámbito laboral tan pronto terminan la secundaria, emanciparse, o simplemente tomarse un año sabático, son algunas de los desafíos que ellos deben enfrentar.
Dependiendo del contexto en el que los jóvenes se desarrollen, tendrá de menor a mayor impacto, la transición hacia la vida adulta, no es un secreto, que la inserción en el ámbito sociolaboral en una tarea cada vez más difícil para esta población de jóvenes, esto, por la poca experiencia laboral, y la falta de oportunidades, algunos desean una carrera profesional, sin embargo, muchos de ellos no cuentan con los recursos económicos para continuar con una educación superior, y deben postergar su proceso de formación.
Es de vital importancia acompañar a los jóvenes durante esta etapa, ya que, la indecisión, la incertidumbre, la falta de conocimiento, y de acción, pueden acarrearles problemas emocionales y conductuales, (depresión, ansiedad y baja autoestima), los cuales, les puede impedir avanzar hacia sus metas. Lo ideal, es hacer un acompañamiento, guiarlos de manera asertiva, haciéndoles entender que lo que están experimentando es normal, que los cambios son procesos naturales del ser humano y que todos en un momento determinado pasamos por ello.
Trabajar un proyecto de vida desde la adolescencia es una de las mejores opciones, porque esto permite que los jóvenes puedan reconocer desde muy temprano cuáles son sus aspiraciones, sus necesidades, además de conocer sus habilidades, sus fortalezas y debilidades, para de este modo proyectar una idea más realista, de lo que ellos no solo quieren hacer, sino también, para que son buenos.
Es recomendable que, durante la transición hacia la adultez, los jóvenes puedan involucrase activamente en su proceso de cambio, y puedan ser guiados correctamente, apoyados por sus padres, acudir a un profesional de la conducta u orientador, para un proceso de orientación, no solo para el ámbito formativo, sino también, en lo personal y/o laboral, esto para asegurar el éxito en la toma de decisiones y hacerles el camino más fácil, hacia la transición a la vida adulta.
1 comentario:
Excelente artículo comparto tu opinión.
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