Pareciera
que la familia ya perdió; pero se resiste a ceder su espacio.
Por: Danitza Rojas
Genao
Ante la sociedad del conocimiento
muchos quisieran apostar a la caducidad de la familia y a que cada vez es menos
mas débil, la familia tiene de frente un competidor muy fuerte al que no puede
castigar, encerrar o detener y es la sociedad de la información y la comunicación.
Paradójicamente la misma sociedad
se resiste a dejar morir la familia y lo que representa, ya que este heterogéneo
grupo está en capacidad de reinventarse y unificarse cuando es necesario. La familia ha pagado el precio de sus errores,
sin dudas el haber creído que cerrados tendríamos mas control es un modelo que caducó,
descubrimos que la inadaptación, depresión y suicidios fueron las respuestas,
soltar lamentablemente les ha traído como respuesta a muchos ver en sus hogares
adicciones y decisiones sexuales insanas.
La familia necesita elevar su puntuación
y establecer genuinamente su concepto con claridad, lo que implica conectar con
la idea de que no quiere ser o convertirse para sus miembros.
Para muchos la familia es similar a una cárcel;
hay reglas y solo hay que acatarlas sin poder modificarlas, como en toda cárcel
se espera cumplir un tiempo dentro y si pueden escapar lo harán con alcohol,
drogas, internet o mudándose con alguien más.
Erróneamente se ha construido la familia
hospital, sus miembros solo llegan cuando son heridos emocionalmente o golpeados
en su economía, la necesidad de auxilio familiar les hace permanecer dentro,
una modalidad insana, pues la familia debe permitir el desarrollo de las herramientas
que serían los anticuerpos necesarios para enfrentar la vida.
La sobreexposición a las redes ha
creado las familias vitrina se muestran armónicas imágenes como de maniquíes, olvidando
las emociones, retos y temores que viven sus miembros, se ha perdido la riqueza
de disfrutar de lo verdaderamente simple, cuando se procura el mostrar como
prioridad, esta familia debe repensarse.
En la familia confesionario se ha
distorsionado el concepto de comunicación, se promueve entre sus miembros solteros
o casados abiertamente que confiesen sus proyectos, vivencias y experiencias,
lo que impide poder crear una relación de libertad y respeto, imposición que
despersonaliza a quienes, sin importar la edad, son sometidos a esta tortura, el
resultado será mentiras y baja confianza en el sistema familiar.
Para mantenerse en la pelea, las
familias deben abrirse a sus miembros, inspirándolos a crecer intelectual y emocionalmente,
motivándolos a avanzar hacia sus propósitos individuales, sabiendo que ellos
forman parte de un conglomerado unido con el que comparten sentimientos de afecto,
empatía y solidaridad que se llama familia.