Por: Liny B. Tatis
Son innumerables las ocasiones que hemos
escuchado: la familia, núcleo de la sociedad. Al respecto se han escrito
una cantidad considerable de artículos, muchos de los cuales han captado mi atención
porque expresan que la familia es, sin lugar a duda, el lugar donde se reúnen
un grupo de individuos únicos y particulares que comparten afinidad,
consanguinidad, creencias y valores. Sin embargo, en esta ocasión quiero
presentar a la familia desde otro ángulo, desde la visión de equipo.
Para formar un equipo, se necesitan
aspectos básicos y fundamentales: interactuar, discutir, pensar y actuar de
forma coordinada, cooperativa y con objetivos en común. Ser un equipo
requiere de entrenamiento, de esfuerzo, dedicación y constancia para lograr los
objetivos que nos planteamos. Por esta razón veo la familia como el mejor de
los equipos, porque desde su núcleo nace la oportunidad de enseñar a las
generaciones actuales y futuras las estrategias claves para formar individuos
capaces de interactuar con otros, pensar en otros, colaborar con otros para
lograr una mejor sociedad. No significa que no haya dificultades, claro que las
hay, pues al ser distintos, únicos, surgirán las situaciones en las que habrá que
hacer sacrificios por el bien del equipo y para ganar la partida.
Al pensar en la familia como equipo nos
brindamos la oportunidad de comprender que no importan cuán distintos somos,
sino que puede aportar cada uno para fortalecer y hacer crecer al equipo. Esto
implica asignar roles claros y específicos, reconocer fortalezas, áreas a
mejorar y objetivos que cumplir. Hoy más que nunca que como sociedad hemos
perdido la esencia del verdadero significado de la familia y de los valores que
hacen que una sociedad sea idónea para criar a los individuos que formarán
parte de ella misma. no hay sociedad sin individuos, ni individuos sin
sociedad. Somos un equipo, un conjunto, y en la medida que cada familia
entienda que es un equipo, que pertenece a una franquicia en el mundo,
encontraremos juntos la solución a cada dificultad que se nos presente.
Poniendo en práctica la individualidad, la inclusión, la colaboración y la
capacidad de reconocer que la unión es la fuerza que mantiene en movimiento las
partes que integran el todo. “No hay familias perfectas pero juntas forman el
mejor equipo”
Nos toca, desde la familia fomentar esos
valores que esperamos ver en los demás. Es momento de iniciar a percibir el
mundo como es y llevarlo a donde aspiramos llegar, en este juego la familia es
la pieza fundamental.
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