miércoles, 1 de mayo de 2024

Habilidades para la vida, un camino hacia la elección vocacional y/o profesional


 

Por: Yenny Mariel Reinoso Santos

La toma de decisiones forma parte de nuestras vidas al igual que las transiciones y cambios constantes en los que vivimos “Si el mundo cambia, cambiamos con él o más bien evolucionamos”.  ¿Y que pasa con los jóvenes que cada año culminan la educación secundaria y se ven ante el dilema de que camino seguir? ¿Acaso es esa, una decisión fácil o que debe tomarse a la ligera?

Lo cierto es que existen múltiples factores influyentes en la toma de la decisión vocacional, como es el contexto, la economía, la búsqueda de un sueño propio o incluso el sueño de algún familiar. No podemos dejar de lado la personalidad, la búsqueda de cubrir las necesidades básicas, la autorrealización, los valores y el autoconcepto.

Y hablemos por un momento de este último término “Autoconcepto”. Pues sí, “Autoconcepto”, ya que este, la percepción y valoración que tiene una persona de sí mismo influyen en sus decisiones.

Que un joven conozca sus capacidades, habilidades, gustos, así como la percepción, concepto e  idea de sí mismo y de que es capaz influye en una toma de decisión madura referente a su camino laborar y/o profesional.  Pero el autoconcepto no nace de la noche a la mañana, sino que se da a medida que el niño crece, se relaciona, se enfrenta a diferentes escenarios y situaciones y va construyendo su identidad, percepción y valoración de sí mismo.

Es entonces el adulto un guía influyente en la búsqueda y construcción de sí mismo del niño, es por tal que a mi parecer es necesario una educación y orientación vocacional que fomente en el niño el desarrollo de habilidades para la vida. Que desde el hogar y la escuela se pueda guiar al niño en la construcción de esas habilidades para vivir competente a la sociedad en la que vive, habilidades para su desarrollo personal, profesional y espiritual centrados en su realidad.

La construcción de esas habilidades para la vida debe iniciar desde el momento en que inicia la educación del niño para ir acompañándolo y guiándolo no solo en conocimientos académicos, sino en conocimientos del entorno y sobre todo de si mismo para el desarrollo de una buena inteligencia emocional que lo conduzcan a la toma de decisiones favorables para su inserción como adulto en la sociedad y por consiguiente desarrollo personal y laboral.

Es necesario una mirada realista y no castrante ante las múltiples o limitadas posibilidades de nuestros niños y jóvenes que culminan el nivel secundario. Es importante una Educación Para La Vida y no una educación tan robotizada y limitante frente a las necesidades actuales de nuestros niños y niñas.

La orientación vocacional no es decir al estudiante que carrera elegir o decirle si debe ir o no a la universidad, es más bien un proceso continuo de acompañamiento al niño en la búsqueda e identificación del camino y construcción de sueños para su vida adulta, sin importar que pueda o no equivocarse.

Si, Leíste bien, Equivocarse. Recordemos que la vida no es un camino lineal, más bien está hecho de altas y bajas, y es por ello que nuestros estudiantes podrán también equivocarse en su elección vocacional y laboral y podrán también rectificar, madurar y evolucionar conforme a cómo van identificando y construyendo su propio proyecto de vida.

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