Por:
Maribel Díaz Matos
Niulka de los Ángeles Villafaña
Se llama retraso del lenguaje a la no
aparición del mismo a la edad en que normalmente se presenta, así como la
permanencia de unos patrones lingüísticos que serían típicos de niños de menos
edad más allá de lo normal.
Los
infantes que presentan trastornos del lenguaje tienen dificultad para
comunicarse con los demás y expresarse. Estos trastornos tienen un origen físico, por ejemplo, daños
cerebrales o perdidas de audición, y también pueden tener un origen no orgánico,
que incluyen problemas tales como las dificultades de aprendizaje o de la sobrecarga ambiental frente a un exceso de
estimulación. Por lo que los niños con este retraso normalmente dicen sus
primeras palabras pasado los 18 meses.
Su desarrollo a lo
largo de la infancia supone un proceso largo y complejo hasta el momento en que
el niño llega a dominar todos los componentes del lenguaje, que son muchos y
muy variados: fonología, morfología, y pragmática. Por ello no resulta extraño
que muchos niños experimenten dificultades en el desarrollo del lenguaje, y
especialmente graves en los casos de trastornos específicos del lenguaje.
Algunos niños pueden
mostrar un retraso del lenguaje por distintas razones inespecíficas, suelen mostrar
amplias dificultades en todos los ámbitos lingüísticos. A medida que van
creciendo estas dificultades pueden ir disminuyendo en importancia e
intensidad. La mayoría de estos niños parecen haber superado su retraso después
de los 5 años; sin embargo puede ser posible que reaparezcan estos problemas a
medida que los niños inician su aprendizaje en la lectura.
La dificultad en la comunicación produce
frustración. Cuando intentamos decir algo y no conseguimos expresarnos o los
demás parecen no entendernos nos sentimos decepcionados e
incluso enfadados, cuanto más importante sea el mensaje, mayor nuestro
enfado. Cuando un niño no consigue hacerse entender también se enfada. Es
frecuente que el retraso del lenguaje produzca problemas de conducta.
Si no entendemos lo que quieren, no es raro que muerdan o peguen porque no
saben controlar su frustración.
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