Damaris del Rosario
Santa
Lucía Peguero
El avance tecnológico ha producido una
verdadera revolución en el estilo de vida de las familias del siglo 21. Imagino
la respuesta de una ama de casa si le preguntáramos si le gustaría regresar a
los años 50, cuando no había lavadoras, ni planchas de ropa, ni microondas,
entre otras cosas que reducen el trabajo y nos hacen la vida más fácil.
La tecnología también ha revolucionado el mundo
de la comunicación, creando diferentes medios para que podamos mantenernos conectados
aún con seres queridos que están en otros continentes. Sin embargo haciendo un
análisis desde el punto de vista de la unión familiar, observamos que esos
avances tecnológicos pueden convertirse en un arma de doble filo si no sabemos
darle el uso correcto.
A menudo vemos familias que a pesar de estar
compartiendo el mismo espacio físico, se encuentran desconectados emocionalmente,
ya que la mayoría de sus miembros están sumergidos en el ciberespacio y han
perdido la capacidad de interactuar unos con otros. Es por eso que decimos que
la tecnología te acerca a los que están lejos y te aleja de los que están
cerca. Si queremos familias unidas, física y emocionalmente, debemos tomar algunas medidas tendentes a
reducir el tiempo que le dedicamos al internet y que promuevan las actividades
de interacción personal; como por ejemplo: visitas al parque, a la playa, ver
una película, jugar, visitar amistades y/o parientes con el uso del celular
restringido solo para llamadas, hacer un Picnic, celebrar los días especiales
con amigos y familiares, comer al menos una comida al día juntos sin el uso de
celulares o cualquier otro dispositivo, entre otras.
Se cuenta que en una ocasión un niño le dijo a
su padre que le gustaría ser su teléfono celular; el padre le preguntó que
porqué, y el Niño le contestó: para que me cuiden de no caer, para que no me
suelten de sus manos, para que rían cada vez que me vean, para que me lleven a
todos lados, para que vean si tengo energía, para que tomen un trapo y me
limpien la carita cuando me ensucie, para que duerman a mi lado, y ser lo
primero que vean al despertar, solo por eso quiero ser tu celular.
Esta
historia nos llama a la reflexión acerca del espacio que le damos en nuestra agenda
diaria a la interacción familiar con esas personas que al final son las más
significativas en nuestras vidas y que nada debe sustituir la relación afectiva
y personal con ellas.
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