Por: Luis Ramón María Polanco
Si bien es cierto, como reza
el slogan del Ministerio de Turismo sobre la marca país: “República Dominicana
lo tiene todo”, también no es menos cierto, que nuestra nación dominicana
necesita obligatoriamente rediseñarse a lo más alto estándares de calidad humana
en todas sus dimensiones: académica, profesional, en valores, en los intereses
personales, etc. De ahí, que este artículo, que lleva por título: “La
orientación profesional en el ámbito académico: la punta de lanza y el talón de Aquiles de la sociedad
dominicana”, busca iluminar sobre la situación actual que viene arrastrando
nuestra sociedad, en el orden de orientación académica y profesional
Al asociar la orientación
profesional en el ámbito académico a una punta de lanza, nos referimos, a que es lo
primero que da en el blanco cuando es arrojada. Podríamos traducirlo, como
aquello que va abriendo camino. La punta significa el extremo o parte final de una
cosa, especialmente si sobresale. Asimismo, la orientación académica es aquella
arma que busca convertir a nuestros jóvenes, en verdaderos seres humanos
empoderados, capaces de desafiar todo tipo de obstáculos que se presenta en la
vida. De
este modo, cuando existe una orientación hacia nuestros jóvenes sobre su
futuro, sus necesidades, lo que desea aportar como profesional al país, tendremos
personas realizadas y útiles.
Una real orientación académica y profesional, tiene
como objetivo buscar la excelencia y la transformación de la vida propia y de
impactar a todos los que están a nuestro alrededor. De este modo, se ve
urgente un acompañamiento sistemático para descubrir sus motivaciones. Por eso,
ser punta
de lanza tiene como principal objetivo, abrirnos paso de la mediocridad a la
superación. La orientación académica y profesional como punta
de lanza, busca que el joven sea alguien nuevo, que rompa los esquemas
tradicionales y que sea luz. Su luz le permitirá trascender por encima del
común de los mortales. Es una persona vanguardista, dispuesta, creativa y
emprendedora.
Y para lograr todo lo dicho
anteriormente, la orientación profesional, deberá gestionar que cada persona se
conozca a sí misma, desde su realidad que le ha tocado vivir: su entorno
académico, social y laboral. Eso le permitirá a tomar decisiones y desarrollar
actitudes positivas hacia el trabajo que desea conseguir.
Además, la orientación profesional
debe apoyar el trabajo de los docentes en su labor de guía del proceso de
aprendizaje de los estudiantes y en su crecimiento personal y social de
identidad, atendiendo el contexto en el que viven los estudiantes de manera que
puedan producir aprendizajes significativos.
Sin embargo, sin ser profeta
de la calamidad, la orientación profesional de nuestro país, ha experimentado
avances significativos, pero no podemos quedarnos con lo logrado. El talón de
Aquiles reside en que se necesita ejecutar a toda prisa reformas
administrativas y gerenciales que busquen integrar a todos los actores de la
sociedad dominicana. No solamente el Estado podrá lograr la transformación, se
necesita los empresarios, las iglesias, las organizaciones sin fines de lucros
que son expertos en estos tipos de programas.
Otro talón de Aquiles que
debemos hacer frente es que la mitad de los alumnos de primer grado terminan el
cuarto grado a tiempo y menos de un cuarto llegan a tiempo al octavo grado. Así
también, la falta de oportunidad de empleos, la crisis en la familia: divorcios,
maltrato entre las parejas, etc. Todos estos elementos ya mencionados, no ayuda
a que los jóvenes, no encuentren el camino a la felicidad o a su realización
personal.
En conclusión, la orientación
profesional en el ámbito académico es una punta de lanza, porque nos llena de
esperanza y de oportunidades y es talón de Aquiles en tanto que debemos seguir
curando ciertos males que nos aquejan y no permiten que la sociedad dominicana pueda
Introducir transformaciones profundas en el currículo para hacer posible una
educación de mayor calidad, más pertinente y más adecuada a los requerimientos
actuales.