Por.
Lisbeth Espinosa
Un conflicto como indica la palabra y su significado,
no es bueno ni malo en sí mismo. Lo que lo convierte en un problema es cómo
reaccionamos ante el mismo. A razón de lo antes escrito, vemos el conflicto
como oportunidad. Un conflicto no es otra cosa que un enfrentamiento o choque
entre dos personas por tener diferentes interpretaciones sobre una misma
realidad.
Dependiendo de cómo seamos capaces de
afrontar los conflictos los resultados recibidos serán positivos o negativos (Fernández
Ríos, 1999):
Positivos
- Incrementa la
motivación
- Favorece la creatividad
y la innovación
- Puntos de vista
alternativos
- Aumenta la calidad
en la toma de decisiones
- Mejora el
rendimiento del grupo
- Promueve la
cohesión
Negativos
- Se reduce la
comunicación
- Aumenta la
inseguridad
- La solución es
cuestión de fuerza
- Se forma una
actitud hostil
- Se producen
juicios erróneos
- Conlleva la
desintegración del grupo
Los conflictos no dañan necesariamente el
funcionamiento de unas personas o grupos, sino que les da energía para ser más
creativos y para experimentar nuevas ideas. Uno de los aspectos más positivos
de cualquier conflicto es que pueden salir a la superficie problemas que
estaban ocultos, lo que permite afrontarlos y resolverlos.
Los conflictos indiscutiblemente son inevitables. La habilidad para
manejarlos tiene un gran impacto en el éxito. Los enfrentamientos se suelen
generar en conversaciones que son cruciales y donde hay mucho en juego: las
emociones son fuertes y las opiniones difieren. Es difícil dominar estas
situaciones sin un alto grado de inteligencia emocional.
Las cualidades asociadas a una resolución positiva de
los conflictos son la regulación emocional, la comunicación eficaz, la empatía, la asertividad,
la creatividad y, por supuesto el ánimo colaborativo, es decir tener la
voluntad de conseguir conjuntamente un mismo objetivo.
Para mediar un conflicto de debemos.
v Definir el problema: Es importante no dejarse llevar por juicios de
valor e ideas subjetivas e intentar ir a la raíz del problema, llegando a
hechos concretos para identificar claramente el conflicto.
v Analizar las causas: Buscar entre las dos partes cuáles son los hechos
que han llevado a pasar de una situación de desacuerdo a una situación de
choque.
v Buscar alternativas: Aportar el mayor número de variantes a la solución
del problema. Muy importante aquí, la escucha activa y procurar que no sea solo
yo el que aporte posibles soluciones.
v Evaluar las diferentes alternativas y sus posibles consecuencias.
v Tomar una decisión consensuada atendiendo a dos criterios: la
consideración positiva de las consecuencias que se deriven y la posibilidad
real de realizarla.
v Poner en práctica la decisión. Buscar el lugar y el momento adecuado
para hacerlo.
v Valorar los resultados y dar feedback o retorno sobre cómo se ha
solucionado el conflicto. Si no se ha solucionado, volver al punto 1.
Les dejo con la famosa frase
de Irving Berlin que resume claramente la actitud ante los conflictos:
La vida es un 10% lo que
haces y un 90% cómo afrontas lo que haces.
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