Por:
Cristina
Duarte López
Ana
María Polanco
Después
de analizar el documento en el capítulo 5 de la autora Magdalena Suárez Ortega, en el
cual ella cita algunos autores como Florés y Grané entre otros, donde nos
proporciona una gama de
conceptualizaciones sobre la resiliencia, consideramos que cada aporte
proporcionado al respeto es adecuado a la realidad, ya que entendemos que la
residencia es la capacidad que tienen las personas para enfrentar las situaciones que se van presentando en
diferentes contextos en las etapas evolutivas de la vida, tanto en el ámbito
personal como profesional, ya que el éxito profesional depende de las
habilidades que el sujeto adquiere de
las experiencias de la vida, las
cuales deben estar orientada a desarrollar su inteligencia emocional, lo cual le
permitirá ser una persona resiliente,
responsable de la construcción de su propia
identidad, proactivo, asertivo, capaz de lograr lo que se propone en la vida
venciendo todos los obstáculos de manera positiva.
Es por
ello que entendemos que el rol del
orientador debe estar enfocado en fomentar los valores, ya que estos son como
una brújula que guía y prepara al
orientado para la vida permitiéndole que vea cada circunstancia que se le presente como un medio de
superación personal, puesto que la adquisición de los valores permite que las
personas sean organizadas, capaces de
realizarse de acuerdo a sus capacidades,
deseos, aspiraciones y necesidades.
Por
tal razón es de vital importancia formar desde los centros educativos entes
resilientes, generadores de nuevas posibilidades, comprometido con el desarrollo
personal y social, lo cual será posible si los guiamos desde esta perspectiva.
Por
otro lado el autoconcepto adecuado determina nuestro comportamiento, el cual
intervine en nuestra relación con los demás, la autoimagen aceptables, pues
debemos aceptarnos tal como somos y proyectar una imagen impecable, esto nos
permite desarrollar una autoestima
equilibrada, estas tres características son
fundamentales en una persona resiliente,
pues serán como el ancla para lograr sus sueños, debido a que la conducta inteligente
del ser humano está en función de cómo se percibe.
Todo
lo anterior no será posible al menos que el orientador identifique que motiva al orientado para
aprovechar su potencial y aumentar el éxito profesional y personal, pues la
motivación de logro es indispensable para que ellos alcancen sus metas, por que le permitirá valorar la
importancia de las cosas, impulsará al sujeto a desarrollarse y superar los
retos en los diferentes escenarios en los que interactúa.
Los
orientados normalmente elaboran atribuciones casuales ante las situaciones
cotidianas de la vida a fin de poder resolverla, aplicarla y entenderla a esto se le llama atribuciones de logro
donde la persona aprende a resolver, a dar respuestas a las demandas del
ambiente inmediato de acuerdo a sus posibilidades asegurando su éxito en todo lo que emprenda y
sirviendo de motivación a quienes lo observan, esto le permite sentirse
realizados.
Finalmente,
queremos precisar que el estilo de vida de las personas permite su desarrollo,
pues a través de las experiencias vividas construye su identidad personal,
logrando un estilo de vida y sentido de pertenecía, lo cual se hace necesario
en la formación de sujetos resilientes.
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