Por.
Lisbeth Pérez y
Rafaelina García
En los últimos años estamos viviendo una época de
grandes cambios, en que los niños, niñas y adolescentes con algunas
discapacidades o condición de vulnerabilidad participan hoy en día en lo que
llamamos la escuela inclusiva. Pero esto no siempre fue así, antes estos niños,
niñas y adolescentes se quedaban encerrados en sus casas sin adquirir ningún
conocimiento.
Hoy en día esto ha cambiado, con el precedente del
informe Walkford que marca un antes y un después de la escuela inclusiva en Europa,
esto ha establecido un modelo revolucionario en las estrategias de enseñanza
aprendizaje de niños y niñas con necesidades especificas de apoyo educativo
(NEAE), también estamos influenciados por las nuevas tecnologías que le permite
a este estudiantado acceder a las nuevas informaciones, lo cual es una
herramienta de avance para trabajar actividades dentro de los centros educativos.
El orientador juega un rol preponderante para dar respuesta
a la diversidad del alumnado, ya que se encarga de preparar programas de acogida
para los nuevos alumnos y familias que entran a los centros. Además junto con
los docentes realiza las evaluaciones diagnostica, para detectar al
estudiantado con necesidades especificas de apoyo educativo, aplica pruebas
tipo test para determinar los estilos de aprendizaje de los alumnos, da apoyo psicopedagógico, realiza adaptaciones
curriculares que le permita acezar a los
aprendizajes y en caso de ser necesario refiere a un equipo multidisciplinario
para realizar evaluaciones pertinentes. Además trabaja la sensibilización de alumnos,
docentes y familias para que los jóvenes con alguna condición, ya sea de discapacidad,
diferencias culturales, de género, religiosas y socio económico, sean aceptados por todos en
el centro, fomentando de esa manera un clima de respeto y armonía para una
cultura de paz y buena convivencia.
La inclusión se preocupa de
identificar las barreras que limitan el acceso y permanencia en la escuela, la
participación y el aprendizaje y buscar la mejor manera de eliminarlas o
minimizarlas”. (Ainscow y Booth, 2004, p. 23). Asumir la diversidad, no es una tarea fácil, pero si
las necesidades específicas de apoyo educativo son atendidas desde los primeros
años de la infancia, podemos tener adultos con mejores oportunidades, razón por
la que se debe asumir la inclusión de forma positiva en los centros educativos.
Finalmente es recomendable que la inclusión
sea acogida de manera positiva y dinamica.
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