Por:
Lucia Guzmán.
Juana
M. Bautista Hernández
afectada emocionalmente.
Del mismo modo, es necesario resaltar
que teniendo el individuo una autoestima equilibrada y por ende, una alta valoración
de sí mismo, que le permita crear un clima de bienestar mental y un desarrollo
pleno del control de las emociones, ante las diversas adversidades que le
presenta su diario vivir. Es decir, si sumamos un adecuado autoconcepto, más el
manejo correcto de nuestras emociones, indudablemente esto va a redundar en el
logro de una valoración positiva de sí mismo, que es igual decir, tener una
autoestima saludable.
Es preciso destacar, que el
autoconcepto es la definición de uno mismo como persona, mientras que la
autoestima es la fuerza que nos mueve emocionalmente. En tal sentido, estos dos
términos están estrechamente relacionados, porque con ellos nos identificamos
como individuos con pensamientos, emociones y sentimientos.
Cabe mencionar que la fuerza que nos
mueve es a lo que llamamos autoestima, ya que dependiendo de cómo nos
valoremos, serán nuestras emociones y estar contento con uno mismo, es lo más
importante.
Hay ocasiones en que muchas personas
se hunden en el sufrimiento, solo por complacer a los demás y tenemos que
aprender a decir no cuando así lo creemos. Además, aceptarnos tal como somos, nos
ayuda a valorarnos más.
Tener una baja autoestima, nos afecta
de una manera negativa y conlleva a otros problemas conductuales, como
depresión, estrés, ansiedad, inseguridad, dependencia y desvalorización, lo
cual puede conducirnos a creencias y situaciones que lleguen a ser graves para
nuestra vida, pudiendo inclusive llevarnos hasta la muerte. Por tanto, debemos desarrollar
una autoestima positiva, que nos ayude a superar los obstáculos que se
presenten en el camino, pensando y actuando de manera positiva.
En conclusión, Las personas que
tienen una autoestima saludable expresan sus situaciones de vida de una manera
natural, sin ser afectados ni
cuestionados por los demás.
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