Por:
Eddileicy Massiel Calderón Tejada
pesar de que el desarrollo de los seres humanos
abarca diferentes dimensiones de la vida
del mismo (físico, cognoscitivo y socioemocional), este no se da de forma
fraccionada, sino que ocurre de forma integral, afectándose recíprocamente, es
decir, que si por alguna razón el desarrollo físico de ve obstaculizado, sea
por alguna privación de nutrientes o alguna patología, el desarrollo
cognitivo y socioemocional también se verá afectado. En efecto, lo que nos
convierte en individuos únicos, es precisamente la relación e interdependencia
de cada una de estas áreas.
Tanto el autoconcepto
(conocimiento de sí mismo, de sus propias fortalezas y debilidades), como la
autoestima (sentimiento de valor propio), juegan un papel de suma importancia
en el desarrollo del individuo, ya que influyen en la forma en la cual las
personas perciben las circunstancias que surgen en el devenir de la vida y por
ende en su forma de responder a las
mismas y como planteamos anteriormente, esto podría tener un impacto en otra de
las dimensiones del desarrollo del sujeto.
Un autoconcepto apropiado y
una autoestima saludable no surgen de
manera automática, sino que se van forjando en un proceso de aprendizaje,
que podríamos decir, abarca todo el ciclo vital, pero cuyas bases se establecen
en las primeras etapas de la vida. Por lo que se hace imperante, que tanto los
padres como los docentes sean conscientes de las implicaciones que puede tener
una alta o baja autoestima en estas etapas tan significativas y como estos pueden
influir en la misma.
Un autoconcepto inapropiado y
una baja autoestima en el individuo contribuyen a que las personas se sumerjan
en una serie de actitudes, entre las que se incluyen: búsqueda constante de
aprobación, dependencia de otros para la toma de decisiones, poca tolerancia a
la frustración y sentimientos de culpabilidad excesivos y constantes, todo esto
entorpece la calidad de las relaciones interpersonales, la eficacia en la
ejecución de las tareas y el bienestar emocional.
Y tal como hemos mencionado el
ser humano es un ente integral, su desarrollo depende de la interrelación e
integración de distintas dimensiones, cada una de las cuales es de relevancia
para el mismo, por lo que, la labor de todo padre y sistema educativo es
contribuir a que nuestra infancia pueda
alcanzar esa plenitud en su proceso de formación, y son justamente, un autoconcepto adecuado y
una autoestima saludable, muy buenas herramientas para la consecución de este tan
alto objetivo.
E
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