Estar conscientes de que, como seres humanos pertenecientes a una
sociedad vulnerable, necesitamos aprender a hacer de grandes estruendos,
hermosas melodías.
Nuestras experiencias negativas son el empuje para soportar el estar
inmersos en situaciones difíciles, desamor, conflictos, injusticias, tristezas
inquebrantables, carencias constantes, pero que permiten la creación de seres
resilientes, capaces de afrontar todo lo que se le presente y sacar lo mejor de
ello.
La escuela como ente para aprender es un magnifico lugar para
cultivar la resiliencia. Enseñar a los niños y niñas a desarrollar ese valor
les permitirá la obtención del éxito a pesar de ambientes de fracaso. Además de
permitirles que, así como en noches oscuras las estrellas brillan y la luna
resplandece, que la luz de la esperanza les haga brillar sin dejarles perderse
en la oscuridad del desaliento.
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