Por: Yissel
Lebron Figuereo
Desde tiempos
inmemoriales, la idea del suicidio ha existido en la mente humana, como
alternativa a las adversidades de la vida cotidiana. Considerando algunos que
se trata del desprecio a la hermosa oportunidad de estar vivos, otros por el
contrario, como un deber en casos de dificultades aparentemente insuperables.
Ya para el
siglo XVI la literatura contemporánea reflejaba escenas sugerentes del suicidio
como alternativa a los conflictos internos del ser humano, William Shakespeare,
por ejemplo, escribió en 1597 Romeo y Julieta, una de las obras literarias más
famosas de la literatura en español, en cuyo final fatídico-romántico adquiere
vital importancia la figura del suicidio por parte de dos jóvenes enamorados,
cuyo sentimiento de amor logró ser más grande que el amor a sí mismos.
En la
actualidad muchos consideran al suicidio como una alternativa, para otros sin
embargo es una falta grave a los dogmas que profesa. Se registra que en china,
el suicidio es una de las causas de muerte más comunes entre las mujeres con
edades entre 15 y 34 años, representando este país un cuarto de la totalidad de
suicidios por año a nivel mundial.
En sentido
general son muchas las causas que devienen en suicidio, pero todas estas pueden
reducirse a una condición general de malestar, que provoca en el suicida la
cierta o errónea concepción de que su existencia es simplemente innecesaria.
Por otro
lado, existen también condiciones que promueven la no realización del acto
suicida, que bien pueden deberse a múltiples elementos, estas condiciones
pueden ser llamadas factores de resiliencia ante el suicidio y con frecuencia
vienen dadas por condiciones del entorno familiar, social o laboral, tales
como:
·
La inteligencia emocional del
individuo, es decir, su facultad intelectual para encarar problemas del entorno
desde el marco subjetivo;
·
El Consejo de los cercanos. Este
factor con frecuencia puede marcar una gran diferencia entre la vida y la
muerte, debido a que una palabra oportuna puede transformar el pensamiento;
·
El nivel social, cultural y económico
del sujeto, debido a que de acuerdo con estos factores se tiende a pensar o
sentir de formas determinadas;
·
El grupo religioso o cultural al cual
pertenezca el sujeto, puesto que con frecuencia las acciones de los dogmáticos
se encuentran orientadas por lineamientos divinos, que al menos en oriente, ven
con desfavor el suicidio.
Son muchos
los factores que pudieran promover la resiliencia al suicidio en adolescentes,
al igual que en adultos, debiendo tomarse en cuenta que cada caso es distinto y
que igualmente cada factor pudiera variar de acuerdo al caso, lo que si se
puede asegurar es que en un alto porcentaje de los casos de suicidio en
adolescentes, el factor resiliente constituye una causa externa al individuo
potencialmente suicida que se conjuga con las condiciones cognitivas del
individuo, consiguiendo evitar un daño irreparable a la vida propia.
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