Por:
Rosa Albania Solano Lara
En el presente
artículo se expone que la autoestima es la vivencia y la realidad del amor a
uno mismo, es decir, la valoración, el sentimiento de aceptación y el
aprecio de nosotros mismos, que va
uniendo los sentimientos como el factor más importante que influye en
nuestro bienestar personal. Por tanto la palabra de “Dios dice que él nos dio
un espíritu no de Miedo, sino de Poder, de Amor y de dominio propio”. El amor
que habita dentro de nosotros mismos, ese mismo poder que hace que nuestro
corazón lata constantemente e irguiendo sangre por todo nuestro cuerpo, y nos
hace respirar y crecer. También dice “con amor eterno te he amado y eres digno
de honra”. Es por ello el deseo que fomenta en nosotros el crecer, expandirse,
experimentar y gozar. Este impulso de vida es la fuente de amor dentro de
nosotros, que nos conduce actuar para desenvolvernos en nuestro diario vivir
destacando nuestras habilidades.
Se habla mucho
sobre la autoestima, pero son pocos los
que tienen una sana percepción de sí mismos, de manera que se refleje en la
realidad. Es importante darnos cuenta de la forma en que todo nuestro entorno
nos afecta principalmente en nuestra infancia, pero que no debemos de sentirnos
culpables por ello, ya que en ese momento poco podíamos hacer.
Al contrario,
debemos animarnos a empezar de manera consiente y a empoderarnos del hoy, del
ahora, tomando responsabilidad, y aumentar la sensación de competencia y
merecimiento. También nos da ideas de cómo salir de nuestra zona de confort,
siendo persistentes afrontando los retos y tomando decisiones puntuales que nos
ayuden al desarrollo de una sana autoestima. La manera en que nos hablamos
define como nos sentimos y nos identificamos a
nosotros mismos. Por eso es vital hablarnos bien, además de que nos
volvemos consientes sobre el concepto que damos de nosotros mismos, tener
nuestra propia voz, siendo un elemento indispensable que nos ayude a cumplir
con aquellas promesas que nos hacemos nosotros mismos y tener una coherencia
entre lo que decimos y lo que hacemos y que
en ocasiones, muchas cosas que
nos hacen realmente felices pasan por nuestras vidas sin ni siquiera darnos
cuenta.
Querernos a
nosotros mismo conlleva a valorarnos tal cual somos como personas llenas de
defectos, dificultades, reconociendo a las demás personas que nos rodean y que
por distintos motivos, solemos no
tomarlas en cuenta. De esta manera nos arrepentimos en el futuro. Porque todos
nos merecemos nuestro propio amor y afecto. Aunque a veces estemos cegados con
aquellas cosas negativas, debemos recordar que somos personas únicas y
valiosas, sabiendo que lo más importante es dejar huellas en las vidas de las
personas que nos conocen. Todos tenemos
cualidades diferentes que nos diferencian de los demás y que además son
valoradas.
La felicidad no se
encuentra fuera, sino dentro de nosotros mismos, tendemos a cometer múltiples
errores al pensar que los demás nos harán felices o que obteniendo cosas
materiales tendremos nuestras vidas resueltas. Eso no es así, lo que realmente
nos hace felices es estando bien con nosotros mismos y conformarnos con quienes
somos y lo que tenemos. Porque hasta que no te valores a ti mismo, no valoraras
a nadie más, ni tu tiempo, ni tu esfuerzo. Ya que la felicidad verdadera es un
regalo de dios, quien nos brinda alegría y gozo a plenitud. “La autenticidad es
fruto de la obediencia a dios, que nos ha amado desde antes de nuestro existir,
él nos ínsita a estar unánimes cada día
con alegría y sencillez de corazón interesándonos por el bienestar de los
demás, apreciando la amistad que en todo tiempo nos ayuda en los momentos de
adversidad. Por tanto el que no perdona
la ofensa no cultiva el amor, amémonos los uno a los otros, porque el amor
viene de dios”.
Nunca aceptes la
definición de tu vida por parte de nadie; defínete a ti mismo, quiere a ti
primero no dejemos que los demás nos guíen o decidan lo que tenemos que hacer.
El desarrollo personal comienza cuando te defines y luchas por lo que quieres.
El autocuidado no es un acto egoísta, sino el manejo adecuado del don que
poseemos y le ofrecemos a los demás. No
debemos perder el tiempo en criticar a los demás y en juzgarlos, sino invertir
ese tiempo en uno mismo, en mejorar y crecer personal y profesionalmente cada
día teniendo equilibrio emocional. Es decir “la felicidad depende de uno
mismo”.
Recuerda que tú
puedes ser una persona para el mundo, pero para alguien tu eres el mundo, no
actúes como si todo dependiera de ti, confía como si todo dependiera de Dios.
Porque él tiene un plan que lleva tu
nombre y con tu talento puedes llegar muy lejos, pero con Dios podrás subir muy
alto. Y ten presente que cuando la vida te ponga con la cara contra el suelo,
la fe te animara a mirar al cielo.
Les compartimos
esta frase que dice:
Fracasar no
significa que seamos unos perdedores, significa que todavía no hemos logrado el
éxito.
No significa que
no hemos logrado nada, sino que hemos aprendido poco.
No significa que
seamos necios, simplemente significa que no estamos dispuestos a sacrificarnos
por el éxito.
No significa que
seamos inferiores, sencillamente no luchamos por ser mejores.
“seremos lo que queremos”.
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