Por: Sirda Valdez Bautista
Desde los tiempos más antiguos se ha relacionado el
concepto de líder con personas sobresalientes y destacadas dentro de las
sociedades, desde los reyes más poderosos hasta jefes de tribus antiguas.
Las cualidades que los acompañan son diversas, pero no
todas estaban relacionadas con la fuerza, un líder también debía empatizar con
su gente.
Su naturaleza dependía de la cantidad de personas que lograra
influir, un líder no era líder si no contaba con seguidores.
A la luz de las nuevas concepciones si un líder no logra
ser seguido por los demás entonces no es líder, por lo que el uso de este
término en algunos entornos resulta inadecuado. Muy común en nuestros tiempos.
Bastaría observar las conductas de los grandes lideres de
la historia para saber que todos tenían características comunes
independientemente de la época y la relevancia de su posición.
Lideres con convicciones e ideas fuertes y bien definidas,
pero sin dejar a un lado la importancia de conocer no solo a quienes lo seguían
sino también a quienes eran sus adversarios.
Autores como Paul Pagonis, Christopher Bartlett y Sumantra
Ghoshal, Robert Tannenbaum y Warren Schmidt entre otros, definen las
características del líder actual como alguien que tiene carisma, presencia y
empatía, personas seguras de sí mismos por lo que transmiten confianza. Pero
también dan especial importancia a quienes los siguen a través del
reconocimiento.
Las definiciones de líder antiguas y recientes tienen algo
en común y es la idea principal de que un líder es quien logra que lo sigan
independientemente de su poder o posición dentro de una organización.
A la luz de estas definiciones estaríamos ante una realidad
evidente: no hay lideres en las organizaciones. Imaginemos una persona
influyente de alguna organización conocida, que probablemente sea considerada
“Un líder” por muchos, si esa personalidad decidiera renunciar a su posición en
dicha organización ¿lo seguirían todos los demás miembros? En este punto deben
estar pensando en alguien que ustedes consideraban un líder. Pero no, no es un
líder.
Esta personalidad dentro de una organización seria más bien
un conductor, quien también tiene características bien definidas dentro de la organización,
entre ellas: el carisma, ser organizado, tener sentido de dirección, motivar a
su personal y evitar el conflicto en el grupo.
Hay condiciones que
puede estar presente en los lideres mas no en un conductor como la astucia, el
conocimiento del adversario, la iniciativa, la eficacia global, entre otros.
Aunque hay características comunes los lideres pueden darse
la libertad de no plantearse hacia donde van, el conductor si debe hacerlo ya
que depende de la organización.
El líder puede carecer de estudios, pero será conocedor de
sus seguidores. El líder se preocupa por lo que sucede a su alrededor mientras
que el conductor solo lo hace si la organización lo requiere.
El conductor toma
riesgos mínimos, mientras que el líder es arriesgado, por lo que buscará hacer
grandes cambios. Como la historia nos lo demuestra, los lideres crean cambios
sociales, religiosos, económicos etc.
El poder que recibe un conductor proviene de la
organización, el poder que posee un líder es dado por sus seguidores.
Ser arriesgado al tomar decisiones también caracteriza a un
líder, autores como: Kenneth, Michael Driver, Gary Hourihan y Rikard Larsso
realizaron estudios sobre la toma de decisiones, y en sus resultados establecen
que no todos los lideres toman decisiones de la misma manera. Además, las
decisiones de los lideres no serán las mismas cuando se toman en publico que
las que se toman en privado.
Como es evidente según sus definiciones las diferencias
entre un líder y un conductor son bien claras y definidas por lo que saber a
quién seguimos dentro de una organización es una interrogante ya resuelta.
1 comentario:
Muy buen artículo.
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