jueves, 29 de abril de 2021

Caerse es parte de la vida, levantarse es parte de vivir

 

Por: Licaira Yudelka Gloss Ramirez 

Y Alexis Reyes Romero


“No cabe duda de que a lo largo del año pasado y previsiblemente gran parte de este, muchas instituciones y sus colaboradores han tenido múltiples oportunidades de poner en práctica esta capacidad”. En un mundo tan cambiante como el de hoy, ser resiliente nos ayuda a enfrentarnos a los problemas de la vida, a las situaciones adversas que nos podemos ir encontrando.

La resiliencia es, sin duda, un nombre peculiar, pero si bien hasta ahora no ha sido muy conocido, no se trata de un término nuevo, pues viene utilizándose desde los años setenta en psicología. Su significado es la capacidad de salir fortalecido de la adversidad y de convertirla en el camino a la excelencia, forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles.

La persona que practica la resiliencia acepta la realidad y evita el autoengaño, construye el significado en la adversidad, descubre el sentido a lo que le pasa, crea puentes desde un presente difícil a un futuro de excelencia. Actúa creativamente sin detenerse por el obstáculo, desarrolla el mejor trabajo posible en las condiciones que el presente impone. Se pregunta qué hará cuando salga de esto, comprende las razones de lo que le pasó y toma contacto con gente que apoya su autoestima.

Educar en la resiliencia.

La escuela se considera un medio idóneo para promover la resiliencia porque en ella interaccionan el ambiente individual, el familiar y el comunitario.

Un niño con buena autoestima se transformará en un adulto con buena capacidad de resiliencia, por lo que estará preparado para superar los obstáculos que encuentre a lo largo de su vida.

Desde la escuela se puede trabajar el fortalecimiento de las cualidades individuales y sociales de los alumnos, reforzando así este factor de protección y consiguiendo realizar un trabajo de prevención ante las posibles situaciones traumáticas que los alumnos puedan vivir (Mateu, Gil, García, 2010).

Pero, desgraciadamente, los contenidos emocionales y el desarrollo de la resiliencia no ocupan un lugar prioritario en el sistema educativo actual, ya que como explican Bach y Darder (2002), “la educación tradicional siempre ha primado el conocimiento por encima de las emociones”.

Esta realidad se debe a que lamentablemente, en la escuela actual se da una importancia mucho mayor a los contenidos específicos de las asignaturas que a otros aspectos que también deben formar parte de la formación de los adolescentes, como son el desarrollo de la inteligencia emocional, de las habilidades individuales y sociales.

 

El papel de los docentes.

Si hablamos de resiliencia y en concreto en el contexto educativo, hay que destacar que el papel de los docentes es fundamental.

Los maestros y profesores tienen que atender a las necesidades planteadas por el alumnado, entre ellas la demanda de una formación de tipo emocional que les permita hacer frente a las situaciones adversas con los recursos necesarios. Para ello tienen que desarrollar una serie de cualidades y habilidades. Mateu, Gil y García (2013) señalan las siguientes características del profesor resiliente:

Ø  El profesor resiliente transforma las adversidades en desafíos tanto las propias como la de los alumnos.

Ø  Es fuente de apoyo emocional con sus alumnos.

Ø  Es guía y modelo para imitar.

Ø  Es optimista. Utiliza la escucha activa (en especial es muy importante a realizar ante personas que están atravesando situaciones adversas y / o traumáticas).

Ø  Escucha las propuestas de sus alumnos y las incentiva.

 

Por último, cabe mencionar que la resiliencia se adapta a las personas frente a todas estas trabas, compensando lo negativo que nos pueda ocurrir con una actitud positiva y optimista que nos ayude a sobrellevarlo. Desarrollar este rasgo de la personalidad nos lleva a tener más entereza y sobreponernos a los percances que nos trae la vida. Se impulsará el trabajo de contenidos emocionales en las clases, guiando al alumnado hacia el autoconocimiento de debilidades y fortalezas.

 

Referencias bibliográficas:

Moisés Estévez, P. L. I. (22 de 01 de 2019). Lainformacion.com/opinión. Obtenido de https://www.lainformacion.com.do/opinion/resiliencia-13527

Simarro Flor, M. (2016). Proyecto de fomento de la resiliencia en alumnos de secundaria. Una propuesta integrada en clase de lengua castellana (Trabajo de Fin de Máster) Universitat Jaume I, de Castellón. http://repositori.uji.es/xmlui/bitstream/handle/10234/165392/TFM_2015_Simarro%20FlorM.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanto este articulo por que es lo que estamos viviendo hoy en día.

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