Nathalie Aybar
Y Yosmairy Beltran
Implica
reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas
circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes
no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir,
sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y
desarrollar al máximo su potencial.
Las ciencias
sociales incorporan el término a partir de los años 80 para describir a
personas capaces de desarrollarse psicológicamente sanos a pesar de vivir en
contextos de alto riesgo, como entornos de pobreza y familias
multiproblemáticas, situaciones de estrés prolongado, centros de internamiento
etc (Rutter, 1993, Werner, 2003).
En la
actualidad ser resiliente es prácticamente una exigencia u obligación al ser
humano, no necesariamente por decisión
el tiempo de pandemia nos has llevado a ser capaces de adaptarnos,
desaprender, cambiar, movernos, salir de nuestra zona de confort de una forma
radical y de improviso. Esta no está en los seres excepcionales sino en las
personas normales y en los eventos naturales del entorno inmediato.
Podríamos describir tres tipos de resiliencia:
La resiliencia como estabilidad se entiende
como la capacidad de permanecer íntegro frente al golpe o de soportar una
situación difícil.
La resiliencia como recuperación se refiere a
la capacidad para volver al estado original, tener una vida productiva, después
de alguna alteración notable o daño debido a alguna situación adversa.
La
resiliencia como transformación Implica una dimensión más compleja según la
cual las personas son capaces de resistir, proteger su integridad a pesar de
las amenazas y además salir fortalecidas, transformadas positivamente por la
experiencia. (Olabegoya, 2006). También
se destaca la resiliencia comunitaria que Suárez Ojeda et al., (2007) señalan
que “es la condición colectiva para sobreponerse a desastres y situaciones
masivas de adversidad y construir sobre ellas”.
La pandemia
por el COVID19 nos ha afectado tanto de
forma personal como comunitaria, nos ha hecho reponernos y reinventarnos como
persona, profesional y ciudadano del mundo hemos sido afectados en lo
emocional, económico y afectivo, como sociedad hemos adaptados nuevas formas de
interacción social, laboral y familiar logrando aprender sobre las redes y
plataformas de conexión instantánea en tiempo récord, así como la
digitalización de la mayoría de los servicios que anteriormente eran imposible
recibir sin salir de nuestro hogar, aprendimos a dejar los abrazos y los besos
y conformarnos el toque un puño o del pie o un simple ademán de hola,
suplicándole a nuestros ojos que su
brillo reflejen la alegría de encontrarnos con un ser querido o con alguien con
el que teníamos mucho tiempo sin ver, a pesar de la mascarilla.
Como hemos
visto la resiliencia como tal aporta a nuestras vidas grandes cambios de
bienestar, en todas las áreas, es por esto que debemos tomar en cuenta llevar
hábitos que nos permitan cultivarla. A
continuación, les presentamos algunas pautas para poner en práctica.
Las personas
resilientes son creativas, asumen las dificultades como una oportunidad para
aprender, no intentan controlar las situaciones, sino sus emociones, son
flexibles ante los cambios, practican el mindfulness
o conciencia plena, afrontan la adversidad con humor, además, buscan la ayuda
de los demás y el apoyo social.
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