Por Yamela Jiménez Peña
La vivencia de una pérdida en la familia involucra dolor, tristeza,
sentimientos de soledad y, en algunos casos, sentimientos de abandono. Durante
los días posteriores al fallecimiento de un familiar, los dolientes
experimentan la calidez del acompañamiento de personas cercanas que los dotan
de apoyo y fortaleza. Todo esto es vivido de la misma manera por los niños.
Los niños no siempre comprenden el evento de la muerte con el
significado real; para muchos, la muerte es sinónimo de alejamiento. Según su
etapa de desarrollo, vivirá el evento, sea comprendido por el niño o no.
Los familiares del niño se preocupan por el mundo emocional de éste y,
en la mayoría de las ocasiones, deciden ocultar el evento doloroso al niño
hasta que finalice el ritual de despedida del difunto. Con esto la familia le
prohíbe al niño realizar su propio duelo y despedir como es debido a su ser
querido.
Los niños también sufren. Los niños también lloran de dolor. Los niños
perciben nuestro dolor. Los niños también necesitan despedirse y sentir la
calidez de las personas que acompañan a la familia. Todo esto para soltar a ese
ser querido y sanar. De ahí la importancia de dejar que nuestros niños hagan su
duelo.
Debemos aprender a confiar en la entereza de nuestros niños, aprender a
comunicarnos de manera afectiva y efectiva con ellos. La manera en la que les
comunicamos a nuestros pequeños el fallecimiento de un familiar y la forma en
la que le contestemos sus preguntas acerca de la muerte les facilitará o no el
momento difícil que se atraviesa.
En lugar de aislar a los niños, veamos este momento doloroso como una
oportunidad para acercarnos más a ellos y unirnos más como familia. Seamos
capaces de dejar salir nuestra vulnerabilidad y permitir a los niños ser libres
de mostrar su propio dolor para que, de esta manera, se sientan comprendidos,
acompañados y amados.
Recordemos que el tener niños sanos, depende en gran medida del manejo
que le demos a las situaciones que se nos presenten como familia. Dejar que los
niños se expresen, cuenten lo que sienten y viven en su día a día, les ayuda a
superar la pérdida más rápido y de forma más sana. Además, mantenernos cerca de
los niños emocional y físicamente, abrazarlos, escucharlos de manera activa,
llorar con ellos… Son gestos de apoyo muy significativos y valorados por los
niños.
Si usted se encuentra pasando por una situación parecida y desea ayudar
a su hijo a vivir su duelo de la mejor forma posible pero no sabe cómo hacerlo,
no tenga miedo en buscar ayuda profesional. Le aseguro que no se arrepentirá.
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