viernes, 6 de octubre de 2017

LA FAMILIA

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Hablar de la Familia es hablar del origen. Evidentemente la familia es el punto de partida, el principio de cada uno de nosotros. Explica y justifica quiénes y cómo somos. De dónde venimos marca casi infaliblemente hacia dónde vamos. No es un destino, es un legado.

Se trata de la institución más arcaica de la humanidad, reproducida y desarrollada en todas las religiones, en todas las culturas, en todos los climas, por todas las razas. Inclusive más allá de lo que consideramos humanidad, en el mundo animal también existe con cuantificaciones similares. Una entidad sin duda cuestionada, alterada, evolucionada, que cada uno intenta cambiar para que se ajuste mejor a una realidad concreta. Y, evidentemente, la familia occidental de hoy es muy diferente de la familia tradicional, hoy en día hay familias con dos padres, con dos madres, con un sólo padre/madre, con hijos adoptados en lugares remotos, con hijos de diferentes y consecutivas parejas… pero todo esto que puede alterar el significado social de la familia, no cambia el concepto esencial, lo que define a una familia. Para algunos la familia es algo parecido a una patria, tal vez la auténtica patria: define una pertenencia a un grupo similar; similar en intereses, en apariencia, de la misma sangre y con las mismas costumbres. Un punto de referencia en una historia corta y personal. Un lugar al que volver, con unas personas que son parte de ti como tú eres parte de ellos. Siguiendo esta línea sentimental, muchos son los que opinan que lo que une a una familia es el amor más que la sangre o las leyes. La sangre pesa más que el agua, dicen en mi pueblo. Esto demostraría, como siempre, que la palabra amor aparece en cualquier parte.
                                                 

Pero en la familia, tal y cómo la conocemos, tal y cómo todos la sobrellevamos, no solamente hay amor. Muchas veces hay otras muchas cosas, excepto amor. Hay sobre todo malentendidos. Porque no olvidemos que hablamos de una institución socialmente aceptada y apoyada; es decir, de un sistema de control del individuo en sus aspectos más privados. La familia es la que mantiene y transmite una religión, unas costumbres sociales, unos ritos, una ideología. Y es también el origen de prácticamente todos los traumas, miedos, carencias y prejuicios que marcarán para siempre nuestras vidas. Si aceptamos algo que parece ya incuestionable, como es que la personalidad de un individuo está formada, en su mayor parte y sobre todo en los aspectos esenciales, a la edad de 7 años, entonces queda evidenciado que la personalidad de la gran mayoría de los humanos se forma en el seno de la familia.

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