Por.
Luisa A. García L.
Francisca Y. Valenzuela c.
En este artículo trataremos algunos cambios dramáticos que ha sufrido la familia de ayer y de hoy.
Ayer: Las familias eran extensas o numerosas bajo el dominio de los padres.
Hoy: La familia es pequeña o de pocos miembros, permanece bajo el dominio de uno de los padres y hasta fuera de ellos.
Ayer: Jugábamos con amigos, vecinos y familiares, nunca nos sentíamos solos.
Hoy: Jugamos con amigos virtuales, computadoras, tablet, teléfonos y de mas pero nos sentimos más solos que nunca.
Ayer: Realizábamos excursiones educativas a museos, acuario, monumentos históricos y lugares educativo, para estrechar más los lazos entre los compañeros.
Hoy: Viajamos a cualquier lugar del mundo en la soledad de nuestra habitación a través de las computadoras y el internet; nos educamos mas pero estamos cada vez más solos.
Ayer: Realizaban noche de velas, donde los vecino, familiares y amigos no faltaban.
Hoy: Tenemos fiestas donde los amigos, vecinos y familiares brillan por su ausencia.
Ayer: Mi vecino cercano era mi hermano.
Hoy: No sé ni cómo se llama el vecino.
Ayer: Los familiares vivían cerca y disfrutaban el tiempo familiar.
Hoy: Vivimos lo más lejos posible de nuestros familiares.
Ayer: Nuestros padres no eran adinerados, pero nos dieron amor e inculcaron valores.
Hoy: Les damos todo lo material y cada vez menos amor y valores que tanto necesitan.
Es posible decir que somos una edición limitada de ayer, en una sociedad como la de hoy, pero somos una generación única y comprensiva que sí escuchó a sus padres en sus enseñanzas. Aprendamos de nuestro pasado para cambiar o mejorar el presente o el futuro.
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