viernes, 15 de diciembre de 2017

La neuroeducación, una gran aliada

 Por:
Juana Esther Ureña Cortorreal
Quisqueya Grullart Cortorreal






La intención de habilitar a sus miembros es la gran exclusiva humana, la que nos define como especie, porque permite a cada individuo asimilar en un breve espacio de tiempo las creaciones culturales que la humanidad tardó decenas de miles de años en inventar: el lenguaje, el desarrollo de las funciones ejecutivas, la sumisión a normas, la convivencia en sociedades extensas, entre otras. Es importante destacar, que el aprendizaje modifica el cerebro y que la educación lo hace de una manera intencionada, dirigida, aprovechando conscientemente las posibilidades que el mismo cerebro proporciona. Asimismo, para muchos la neurociencia puede ayudarnos a comprender y a mejorar el trabajo educativo y cada vez se están haciendo más esfuerzos para aprovechar en la educación los descubrimientos neurocientíficos que, desde hace muchos años, ya se aprovechan en otras aplicaciones.
En ese sentido, la colaboración entre neurociencia y educación una idea que permite éxito en los procesos pedagógicos adaptados a realidades humanas distintas. Esta cooperación recíproca está comúnmente aceptada, es por ello que los pedagogos están comprometidos a aprender de los neurocientíficos lo que sea útil para mejorar sus procesos áulicos, y estos últimos deben validar y sacar información de los métodos experimentados por los educadores. La complejidad de la situación actual, con sus oportunidades y sus retos educativos, revela la necesidad de fortalecer las colaboraciones entre ambas ciencias. En ese orden de ideas,  la educación a lo largo de toda la vida, los productos potenciadores del cerebro, las interacciones cerebro-tecnologías de la información, la selección genética de la inteligencia son aspectos que vinculan la neurociencia con la educación en lo que se puede llamar neuro educación.
Como educadoras, saber como funciona el cerebro resulta útil, porque nos permite conocer sus posibilidades y la forma de cuidarlo. También, saber que podemos esculpir nuestro cerebro, y que la educación, la experiencia, el entrenamiento convierten cada cerebro en obra única, tiene una importante influencia educativa, y por eso entendemos que es importante que sea de conocimiento masivo, tanto los maestros, directivos, estudiantes, padres y demás, también, porque recibir esta información lleva a interpretar que se aprende de manera distinta.

A pesar de lo expuesto más arriba, para John T. Bruer (2008), hay que construir los puentes entre neurociencia y educación, pues todavía no existen, por lo que considera que son los “psicólogos cognitivos” los que están en mejores condiciones para hacerlo.

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