Por:
María Magdalena Torres
Joely Alejandra Rodriguez
Hablar de la familia nos referimos a la unión de personas que tienen un proyecto de vida en común, en el que se desarrollan fuertes sentimientos de pertenencia, unificados por un compromiso personal entre sus miembros y donde se establecen intensas relaciones de intimidad, afectividad, reciprocidad y dependencia. En la revista Nueva América (2005) se expresa que la familia necesita ser un lugar en donde los hijos puedan crecer con seguridad, es decir, en donde puedan tener en la figura de los adultos- de los padres o de otros responsables modelos de identificación saludables. El comportamiento de los padres es ejemplo a imitar por los hijos. Si los padres muestran amor, confianza, respeto hacia los demás, también los hijos serán capaces de hacer eso mismo.
Los padres tienen la responsabilidad sagrada de educar a sus hijos dentro del amor y la rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, de enseñarles a amarse y a servirse el uno al otro, de guardar los mandamientos de Dios y de ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan. Los esposos y las esposas, madres y padres, serán responsables ante Dios del cumplimiento de estas obligaciones.
Es desde el núcleo de las familias, donde el hombre descubre su verdadera identidad como persona, el verdadero sentido de su vida, que no termina con la obtención de dinero, éxito, poder u otro tipo de satisfactores. Descubrir la verdadera identidad como ser humano dentro de la familia da sentido a nuestro compromiso para con la sociedad.
Entonces como crecemos en familia…. Crecemos cuando nuestros compromisos y responsabilidades van más allá de la protección y el cuidado, más allá de la garantía de proveer a mi familia sus necesidades económicas esenciales, crecer cada día en este proyecto familia significa también aceptar las diferencias entre uno y otro miembro, buscar el equilibrio existencial entre: el ¨pertenecemos al mismo equipo¨, pero una parte primordial de estos jugadores que son los hijos(as), es que crecerán y se encausarán hacia sus propios proyectos.
Es ahí donde los valores inculcados se podrán a prueba y entraran en manifiesto, es cuando en este proyecto derivado del principal se conjugaran las vivencias, experiencias, buenas y no tan buenas prácticas, que darán inicio a un proyecto de vida individual e independiente que presentara y llevara siempre consigo el ejemplo aprendido, lo que sin duda alguna influirá en la toma de decisiones, en las aspiraciones, en el sentido de la vida y por ende en el norte de la familia.
“No hay Paz en el mundo, porque no hay Paz en la Familia”
(Madre Teresa de Calcutta)