Por:
Ana Guillen y Naury Ruiz
En la madurez influyen aspectos físicos y psicológicos y se especifica que si hay un desequilibrio entre ellos se da un retraso o aceleración, entonces existen variables que pueden ser manipuladas o que no tenemos control absoluto de ellas, parecería que estamos vulnerables. En el aspecto de la alimentación, estamos bombardeados de comidas con pocos nutrientes, que nos presentan de manera atractiva, fácil acceso, rápida preparación, pero poseen aditivos que con el tiempo podrían causarnos enfermedades, parecería paranoico pero no solo es la comida; nos manipulan, la música, los temas de las películas, las redes sociales, nos están induciendo a un comportamiento de agresividad, promiscuidad, sin ninguna censura, como si quisieran formar un patrón de conducta en la cual todos deben pensar igual, nos comportamos similar, nos vestimos todos en la misma línea, de tal forma que consumimos lo que nos inducen y hacemos las cosas para estar acorde con el grupo, nos están llevando como vaca al matadero. Si prestamos atención a estos mensajes, nos daríamos cuenta que estamos haciendo lo que otros quieren, esta sociedad, la juventud, no se detiene a pensar, está muy entretenida en cosas sin importancia; les estamos cediendo a los medio de comunicación la educación de nuestros hijos, de esa forma damos el permiso de una manera consciente o inconsciente, esperemos que no sea tarde para recapacitar. Esto nos recuerda un cuento del libro Déjame que te cuente, Jorge Bucay, donde había un señor que tenía un vecino poco solidario al cual, le pidió prestada una olla, se la presto no a gusto, a la semana fue a buscar su olla, el señor le contesto: iba llevarle su olla pero el parto fue difícil, él se asombró diciendo que parto, el de la olla, exclamo, estaba embarazada, pario una jarrita y un sartén, el vecino pensó que estaba loco, pero se llevó los utensilios; luego fue a buscar un destornillador y unas pinzas, tardo otra semanas para devolverlos y le dijo que estos se unieron y quedaron embarazado y habían paridos tornillos y clavos, él lo acepto, fue a buscar prestado una lámpara de oro, paso el tiempo y fue a buscar su lámpara, él dijo; la lámpara murió de parto y la enterré, le respondió que las lámparas no se embarazan ni mueren de parto, a lo que respondió que él estuvo de acuerdo con los demás parto y porque con este no.
Ana Guillen y Naury Ruiz
En la madurez influyen aspectos físicos y psicológicos y se especifica que si hay un desequilibrio entre ellos se da un retraso o aceleración, entonces existen variables que pueden ser manipuladas o que no tenemos control absoluto de ellas, parecería que estamos vulnerables. En el aspecto de la alimentación, estamos bombardeados de comidas con pocos nutrientes, que nos presentan de manera atractiva, fácil acceso, rápida preparación, pero poseen aditivos que con el tiempo podrían causarnos enfermedades, parecería paranoico pero no solo es la comida; nos manipulan, la música, los temas de las películas, las redes sociales, nos están induciendo a un comportamiento de agresividad, promiscuidad, sin ninguna censura, como si quisieran formar un patrón de conducta en la cual todos deben pensar igual, nos comportamos similar, nos vestimos todos en la misma línea, de tal forma que consumimos lo que nos inducen y hacemos las cosas para estar acorde con el grupo, nos están llevando como vaca al matadero. Si prestamos atención a estos mensajes, nos daríamos cuenta que estamos haciendo lo que otros quieren, esta sociedad, la juventud, no se detiene a pensar, está muy entretenida en cosas sin importancia; les estamos cediendo a los medio de comunicación la educación de nuestros hijos, de esa forma damos el permiso de una manera consciente o inconsciente, esperemos que no sea tarde para recapacitar. Esto nos recuerda un cuento del libro Déjame que te cuente, Jorge Bucay, donde había un señor que tenía un vecino poco solidario al cual, le pidió prestada una olla, se la presto no a gusto, a la semana fue a buscar su olla, el señor le contesto: iba llevarle su olla pero el parto fue difícil, él se asombró diciendo que parto, el de la olla, exclamo, estaba embarazada, pario una jarrita y un sartén, el vecino pensó que estaba loco, pero se llevó los utensilios; luego fue a buscar un destornillador y unas pinzas, tardo otra semanas para devolverlos y le dijo que estos se unieron y quedaron embarazado y habían paridos tornillos y clavos, él lo acepto, fue a buscar prestado una lámpara de oro, paso el tiempo y fue a buscar su lámpara, él dijo; la lámpara murió de parto y la enterré, le respondió que las lámparas no se embarazan ni mueren de parto, a lo que respondió que él estuvo de acuerdo con los demás parto y porque con este no.
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