Patria
Rodríguez
Esther García M.
Las emociones
están presentes en cada instante de nuestras vidas y de nuestras relaciones, el
saber controlarlas, gestionarlas y utilizarlas nos ayuda a lograr una inteligencia emocional adecuada,
permitiéndonos sin lugar a dudas afrontar nuestro día a día de un
modo eficiente.
En la
actualidad, hablar de la vida emocional de nuestros hijos se ha convertido en
un gran desafió, esto es debido a que los
cambios acelerados de la vida cotidiana de los seres humanos es cada vez mas
estresante, contamos con niños de conducta agresiva y con jóvenes que se ven
expuestos a riesgos, influenciados por
el medio que les rodea.
Por tal
razón, recae sobre los padres la responsabilidad de educar las emociones de los hijos, logrando
un efecto positivo sobre el ajuste psicológico, sobre el rendimiento académico
y sobre las relaciones sociales, disminuyendo
al mismo tiempo la conducta de
agresión en los niños.
Esta manera
de los padres enseñar a los hijos a canalizar sus emociones y a identificarlas
da importancia a que los niños aprendan a controlarse y a ser empáticos con los
demás, en relación a esto, es recomendable iniciar desde muy pequeñitos enseñándoles
a reconocer las emociones básicas, tales
como; alegría, tristeza, miedo y rabia. Debido a que los niños comienzan a reconocer
en la expresión facial diferentes emociones y a establecer acciones en torno a
lo que observan en la expresión de los demás (Izard, 1994).
Así también,
es bueno trabajar en ellos la buena
comunicación, el desarrollo de la
empatía, tolerancia a la frustración, escucha activa y el diálogo
democrático. Que ellos puedan expresar
sus sentimientos y expresar sus emociones, decir cómo se siente y que
puedan valorar cómo se siente los demás.
Los niños y niñas preescolares en su
mayoría no han desarrollado la capacidad de entender que las personas pueden
hacer manejo de la expresión emocional dependiendo de la situación (Bussey,
1992).
En el caso de
los niños con una incapacidad deficiente para aceptar la frustración es
probable que el día de mañana esté expuesto a tener que vivir con la
infelicidad y ser incapaces de comprender a los demás.
El saber
comunicarse, el reconocer las emociones propias y ajenas, son sin duda
imprescindible para que los niños vayan madurando poco a poco, nosotros podemos
darles esa oportunidad a través de la educación de las emociones, para que a su
vez vayan cultivando buenas relaciones interpersonales al integrarse en la
sociedad y ser felices en ella.
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