Milagros Ventura Rosario
Karina Alt. Hiraldo Grullón
En los últimos años se ha hecho notorio el
incremento de familias disfuncionales, que dejan de cumplir con su rol en el contexto
intrínseco y extrínseco de la sociedad.
Minuchin (1984) afirma que “la
disfuncionalidad de la familia no depende de la ausencia de problemas dentro de
ésta sino, por el contrario, de la respuesta que muestra frente a los
problemas; de la manera como se adapta a las circunstancias cambiantes de modo
que mantiene una continuidad y fomenta el crecimiento de cada miembro”.
La transformación de valores, la poca
formación, la falta de comunicación, los conflictos de pareja, la ausencia de
algunos de los padres, el uso de sustancias prohibidas, la presencia de violencias
en los progenitores, ambiente no armónico, hijos que viven con otros
familiares, entre otros, darán origen a
una serie de conflictos y situaciones que en familias disfuncionales quedarán
sin respuestas.
Alcaína (s.f) dice: “Existen datos que
indican que este tipo de familia se ve imposibilitada para llevar a término de
un modo adecuado las funciones familiares, afectándose áreas como la educación
y el desarrollo afectivo y relacional. En concreto, la de objetivos lúdicos de la función de
culturización-socialización repercute negativamente en la consecución de
objetivos lúdicos, de aprendizaje y estimulación. Ello deriva generalmente de la falta de implicación
parental, debido a desinterés o ausencia física de uno o ambos padres por
motivos laborales o separación, produciéndose un afecto circular en niños y
adolescentes, capaz de originar una falta de motivación en la escolarización.
Estas actitudes podrían transmitirse a las siguientes generaciones, dando lugar
a deficiencias culturizadoras que sitúan a estas familias en desventaja en una
sociedad competitiva”.
Nuestros seres más queridos son nuestra
familia, por eso debemos mantenernos siempre unidos.
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