Por:
Maylen María Toribio.
Verónica del C. Rodríguez.
“El amor es la fuerza
que mueve el mundo”, es una frase muy usada. Y lo primero que siente una mujer
embarazada es este gran sentimiento por su criatura.
Algunas veces sucede que
este bello ser viene o nace con algún trastorno, la aceptación y el afecto que
le demuestren sus familiares es fundamental.
Así lo demuestra la
historia de Ana, madre de David, un adolescente de doce años de edad, que nació
con Síndrome de Down, debido a que su madre fue expuesta a rayos x, cuando se
le realizaba una radiografía a su hija mayor.
Ana expresa que desde
que supo que la exposición podía causarle daño a su bebe, vivió momentos de
tristeza, angustia y preocupación. Todos los días le rogaba a Dios por la salud
de ambos y que todo saliera bien. Al momento
del parto esto era lo único importante para ella y su esposo Luis,
porque habían aceptado a David desde antes de nacer.
David se ha convertido
en un rayo de luz para la familia, todos le llaman “la alegría del hogar”
porque siempre sonríe, es cariñoso, está atento para servir y abraza a los que
tiene cerca.
Los niños con
necesidades educativas especiales deben ser acogidos con amor, tolerancia,
respeto y solidaridad, porque son una bendición de Dios, desde que está en el
vientre de la madre se convierte en tu milagro de amor. Es tiempo de comunicar
al mundo la fe y la esperanza que traen estos niños al nacer. Vamos a
dignificar su vida, a valorar que están a nuestro lado.
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