lunes, 10 de julio de 2017

DOCENTE ENTUSIASTA VS DOCENTE APÁTICOS

Por:
Rafaela Tamarez

Un docente entusiasta tiene la capacidad de lograr la integración automática de sus estudiantes, sacando de ellos el mayor de su potencial, inspirando confianza, apoyo, inyectando una buena dosis de empoderamiento, ayudando a eliminar temores, complejos, timidez, falta de fe, falta de confianza en sí mismos. El entusiasmo en el docente es capaz de derribar murallas que se forman en el transcurso del desarrollo de los procesos de crecimiento, como la primera infancia, la pubertad, la adolescencia y la adultez.  En la construcción de estas murallas intervienen diversos factores y actores de la sociedad, como son, el núcleo familiar, el hogar, la interacción con los distintos miembros de la familia, los centros educativos, los centros culturales y deportivos, durante el paso por cada una de las etapas del crecimiento de manera inconsciente vamos adoptando conductas impropias y propias que son las que nos van formando como ser humano, si contamos con la ayuda del docente para encausar, dirigir, guiar estas conductas impropias llegaremos a la adultez con un cumulo de comportamientos de los cuales no tenemos ni el conocimiento ni las experiencias necesarias para redefinir nuestro proceder al momento que nos corresponda proyectarnos como profesionales competitivos, de ahí la gran importancia de contar con docente que disfrute compartir su conocimiento de manera divertida, innovadora y proactiva.


Un docente apático puede tener la capacidad, la preparación, la experiencia, pero su desinterés, su apatía, sepulta toda clase de motivación, integración, colaboración y entusiasmo, con estos factores en contra el docente llevara una carga muy pesada pues le tocara impartir el conocimiento sin contar con la colaboración de sus estudiantes y de esta forma es muy cuesta arriba que los conocimientos sean entendidos y practicados, pues la falta de motivación elimina la creatividad, la proactividad, la integración, de esta forma es imposible intercambiar ideas y lograr un ambiente interactivo, convirtiendo la clase en una monótona y aburrida docencia, los docentes apáticos son multiplicadores inseguridad, incertidumbre, la hostilidad, el aislamiento y la mediocridad. La apatía en un docente de este siglo es como una patología que debe ser tratada por profesionales de la conducta humana para que puedan modificar ese comportamiento que tanto limita y coarta el aprendizaje productivo y eficaz. Es importante crear conciencia de que la educación es un arte y quien no se sienta identificado con el arte de cultivar el conocimiento debe autoevaluarse y reencausar su proyección profesional de forma que logre su satisfacción profesional, ya que la insatisfacción profesional es uno de los factores que influyen en la apatía del docente,

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